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viernes, 30 de noviembre de 2007

El 46% de los adultos piensan que los menores de hoy son mucho más infelices



Preocupaciones sociales sobre la Infancia y Adolescencia

La población infantil y adolescente granadina goza de unos privilegios impensables hace tan sólo tres décadas, pero el exceso de caprichos materiales no los hace más dichosos. El 46% de los adultos andaluces manifiesta que los niños de hoy en día son menos felices de lo que eran ellos en su infancia. Sólo un 37% de la población piensa lo contrario. Así se pone de manifiesto en el último estudio elaborado por el Centro de Estudios Andaluces sobre «Preocupaciones sociales sobre la Infancia y Adolescencia» y presentado ayer por su coautor Eduardo Bericat, el director del centro, Alfonso Yerga, y el presidente de CajaGranada, Antonio María Claret, entidad patrocinadora del estudio.

Las principales preocupaciones sociales sobre la infancia son dos: el exceso de materialismo con el que crecen los niños y la falta de cariño o afectividad que reciben. Sin embargo, respecto a los adolescentes, el consumo de drogas, alcohol y la falta de expectativas laborales emergen como los problemas de más peso en esa etapa de la vida. Son las preocupaciones de una sociedad instalada en el estado de bienestar donde las necesidades básicas están cubiertas, pero aparecen otras distintas «no por ello menos importantes», según dijo ayer, Eduardo Bericat.

En una escala piramidal, los adultos encuestados colocan en la base cuatro preocupaciones: la falta de cariño, el exceso de libertad, el déficit de referentes o valores y la falta de expectativas de estos menores. En el siguiente escalón, la falta de civismo y los riesgos a los que está expuesta esta población; y en la cima de la pirámide aparece la droga. Lo manifestado por el millar de participantes en este estudio forma parte de un único discurso que une la infancia con la adolescencia y finalmente con la madurez. «Es obvio que la probabilidad de que un niño se drogue es mucho menor que la de un adolescente, pero también resulta obvio que la falta de cariño, así como la satisfacción inmediata de sus deseos, aumenta las probabilidades de que en el futuro consuma drogas».

El apartado referido al exceso de libertad de estos menores se traduce como una actitud general de rechazo de la población hacia el alto grado de consumismo que disfrutan los niños y el escaso control disciplinario al que están sometidos. El deseo, más allá de la necesidad, se configura como mero capricho. «Al niño se le está educando como a un consumidor soberano y como a un rey caprichoso que rehuye todo tipo de control y disciplina», según dicen los entrevistados.

La responsabilidad ante el rendimiento escolar se reparte de forma equitativa entre los padres y los profesores, según manifiesta el 59% de los encuestados, mientras que el fracaso escolar es achacable en primer lugar a la falta de motivación del alumno, a las pocas horas dedicadas al estudio, a la falta de implicación de los padres, y en las dos últimas posiciones aparece los programas escolares inadecuados, así com o la falta de implicación del profesorado.

En el ámbito de la escuela, el 56% de las familias manifestaron su desconfianza en los centros escolares para resolver conflictos de acoso y violencia. «Hay un doble discurso crítico. El que afecta a la transmisión y adquisición de conocimientos, que fracasa en cuanto aparece el fracaso escolar y después el que afecta a la función de apoyo al desarrollo de las personas, función que apenas es tenida en cuenta a la hora de organizar la educación».

En cuanto a los aspectos sociales de las respuestas, las mujeres han manifestado más preocupación por los aspectos más afectivos, mientras que los varones por los de disciplina y orden. En el ámbito de las ideologías, las personas de izquierdas se preocupan más por la falta de expectativas en los niños, mientras que los de derechas centran esa preocupación en los adolescentes.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Juventud, Familia, Escuela, Sociedad y los Poderes

Hablemos de autoridad y de cada uno de los agentes implicados, "todo no puede estar permitido"; pero, ¿ quién le pone el cascabel al gato?


Emilio Calatayud Juez de menores de Granada

CÓMO MALEDUCAR EN 10 SENCILLOS PASOS

DECÁLOGO PARA HACER DE SU HIJO UN DELINCUENTE

(Por el Juez de menores de Granada, Emilio Calatayud)

1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.

2. No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.

3. Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.

4. No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.

5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.

6. Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura

7. Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.

8. Déle todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.

9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.

10. Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.


Emilio Calatayud Pérez es un campechano Juez de Menores de Granada. Con un verbo demoledor, este padre de familia da una lección magistral sobre lo que implica tener hijos.

No cometas el error de no ver estos vídeos.

parte 1


parte 2





José Antonio Marina, profesor y escritor

José Antonio Marina nos habla sobre adolescentes y la sociedad actual también en el siguiente video: La adolescencia hoy


Los tratadistas anglosajones distinguen cuatro estilos fundamentales de “parenting”, de educación y crianza: negligente, permisivo, autoritario y autoritativo (authoritative). Con esta palabra indican un modo de educar exigente, pero cálido, atento a las necesidades y a los derechos del niño, que no cae en excesos autoritarios del tipo “cuando seas padre comerás huevos”, que todos escuchamos en nuestra infancia.

La recuperación de la autoridad pasa por la clarificación del concepto. Respecto de las normas, podemos exigir al menor dos comportamientos: la obediencia o el respeto. Aunque ambas actitudes parezcan iguales –porque, en último término producen efectos muy parecidos tienen mecanismos distintos. La obediencia implica sumisión a las órdenes de quien tiene poder para darlas. Respeto, en cambio, implica un reconocimiento de la dignidad, la capacidad o el valor intrínseco de la persona cuyas indicaciones se van a seguir.

Sin embargo, ese ejercicio del poder debe reducirse al mínimo indispensable, y ser sustituido por la autoridad, es decir, por un modo de comportamiento que provoque respeto y aceptación. ¿Qué tipo de autoridad? Aquí entramos en el núcleo de la cuestión. La escuela debe recuperar la autoridad institucional que ha perdido, de la misma manera que la han perdido otras instituciones públicas –sistema judicial, partidos políticos, iglesias, sindicatos, familia, etc. Es la autoridad que se transmitía a los docentes. Su estatus era respetado, con independencia de las características concretas del profesor. Si su comportamiento no era adecuado a su estatus, “se le perdía el respeto”. (... más)

Temas relacionados:

Movilización Educativa.

José Antº Marina